HACER MEMORIA: 25 de noviembre Día Internacional Contra la Violencia hacia las Mujeres
La memoria podría definirse como el fenómeno que nos permite a las personas codificar, almacenar y recuperar información. Consiste en un relato que guarda conexión con algún acontecimiento o vivencia que, por su carga afectiva, emocional o conceptual, quedó inscripto vívidamente en nosotros. En este sentido, la memoria juega un rol fundamental en la construcción de nuestra identidad personal y colectiva, no sólo porque los hechos del pasado funcionan como cimientos de lo que somos en el presente y nos permite comprendernos, sino porque lo que soñamos como posible, lo que esperamos para el futuro, también es un elemento de esa identidad abierta, en permanente construcción.
Hoy, 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, razón por la cual me pareció importante volver a pensar el por qué de este día.
Parece que fue en julio de 1981, cuando se celebró en Bogotá, el Primer encuentro feminista de América Latina y El Caribe, donde se propuso hacer del 25 de noviembre un día de reflexión y denuncia contra las diferentes formas de violencia que sufren las mujeres. El motivo fue el asesinato de las tres hermanas Mirabal: Minerva, María Teresa y Patria, quienes un 25 de noviembre de 1960 y con menos de 40 años cada una, fueron asesinadas en una solitaria carretera de Santo Domingo. Ellas habían participado de un grupo opositor al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) Lo habían hecho con actividades de mucho riesgo, recibiendo y guardando armas para la lucha que se proyectaba contra el régimen. Al descubrirse el complot del movimiento al que pertenecían, en enero de 1960, centenares de personas fueron encarceladas. Entre ellas: Minerva, María Teresa con sus esposos, y el esposo e hijo mayor de Patria, sufriendo las mayores vejaciones y torturas. Ante la denuncia por parte de los opositores que vivían en el exilio, la Comisión de Paz de la OEA hizo una visita a Santo Domingo y constató la situación de los presos políticos, lo cual obligó a Trujillo a “abandonar la situación”. Así fue que en agosto de ese año, Minerva y María Teresa pasaron a arresto domiciliario, con el permiso para salir los domingos a misa y otro día de la semana para visitar a los esposos. Fue en estas circunstancias, cuando regresaban de visitar la cárcel, que las tres hermanas fueron asesinadas. El pueblo quedó tan conmovido por este hecho que se lo consideró el inicio de la caída del régimen.
Posteriormente, en la Conferencia Internacional de la Mujer organizada por Terre de Hommes en mayo de 1987 en Alemania, se analizó la situación de las mujeres, verificándose la existencia de problemas que eran consecuencia de crisis económicas, políticas, o bien resultado de la militarización y de la explotación. Con las consideraciones y exigencias planteadas, las participantes acordaron declarar el 25 de noviembre como “Día Internacional por la No Violencia contra las mujeres”
Concretamente en nuestro país y en consonancia con el movimiento internacional de mujeres en 1989, 12 grupos de mujeres se concentraron en la Plaza Libertad, colocaron varios carteles y plantaron una Santa Rita en homenaje a Flor Rodríguez. Esta mujer había muerto en manos de su marido pocos días antes y había movilizado fuertemente a las mujeres uruguayas, impulsándolas a profundizar las acciones en contra de las prácticas de violencia.
En 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas, otorgándole un respaldo oficial al movimiento global de mujeres, adopta el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y exhorta a los gobiernos, organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales a realizar actividades con la finalidad de erradicar esta conducta.
Desde entonces, cada año, grupos de mujeres organizadas, tanto de la sociedad civil como de los gobiernos, realizan diferentes actividades conmemorativas. Recorrer el pasado nos permite comprender el germen de esas acciones. Pero es el presente también, el que gime de dolor. No voy a ahondar en este aspecto porque nos es familiar. Basta con analizar los registros estadísticos para conocer las diferentes modalidades en que se ejerce la violencia, sobresaliendo – por lo menos en nuestro país- las situaciones de violencia doméstica como la principal causa de muerte .Y es que las modalidades de violencia hacia las mujeres no se han erradicado y como ya se sabe, no se limitan a una determinada clase social, área geográfica o tipo de persona, sino que pasa por encima de las diferencias, sufriéndola simplemente por el hecho de ser mujeres.
Persiste un círculo vicioso que alimenta estas prácticas; que va desde los símbolos culturales, los estereotipos, los mensajes, los mitos y las prácticas sostenida por muchos varones y mujeres que abalan la inferioridad de la mujer y permite la opresión simbólica, física, psicológica y sexual.
Para cambiar, se necesita de todos y todas, por eso me parece valioso resaltar el sueño, la esperanza y el compromiso que las mujeres del pasado y las del presente construyen en esa lucha: que cada mujer – cada niña, joven, adulta, anciana- pueda vivir en libertad y autonomía. Recordar ese sueño, compartirlo, alimentarlo es un modo de construir- no sólo la identidad de las mujeres que queremos ser- sino la identidad de una humanidad libre, fraterna y justa.
Es autora del libro "Despertar de una nueva conciencia. Memorias de lucha contra la violencia doméstica en Uruguay 1984-2002". OBSUR.
A la venta en OBSUR a $200.
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