martes, 16 de septiembre de 2014

inauguración de: Arte en Tiempos Difíciles


Punto de Encuentro tiene el agrado de invitarle a la inauguración de:

                          Arte en Tiempos Difíciles
   Obras premiadas en Salones Nacionales de Artes Visuales entre 1973 y 1985



Jueves 18 de setiembre, 19:30 horas. San José 1116.
Entrada libre.

"La curaduría de esta exposición – que propone un itinerario por las obras recompensadas 
en los Salones Nacionales durante la dictadura cívico-militar (1973-1985) – trata de 
reflexionar de manera primordial sobre la calidad de las narraciones formales que 
ofrecieron dichos Salones. Sobre todo, tomando como referente básico al Salón Nacional 
de 1967 que marcaría un cambio por demás significativo respecto al enfoque y a la 
relevancia del Salón como hecho fundamental en las artes visuales del país por la rigurosa 
contemporaneidad premiada por el certamen. 

En opinión del curador los Salones Nacionales pertenecientes al período dictatorial 
muestran una nítida ruptura con respecto a esa contemporaneidad. Se caracterizan por 
un desmesurado eclecticismo en ocasiones cercano a un repertorio cambalachesco con 
serios altibajos de calidad. Por ejemplo, junto a un talentoso y luminosamente poético 
Hugo Longa, junto a gravados de fina sensibilidad y remarcable densidad expresiva 
gestados por  Heber Rolandi, junto a un lozano Manuel Pailos, se ven otros artistas con
producciones de un ostensible desamparo creativo. 

En otros aspectos, sobre todo en lo relativo a cuestiones éticas, si fue procedente o no
participar en esos Salones, las consideraciones de juicio deberán, necesariamente, correr
por cuenta del espectador. Eso sí, desde el enfoque curatorial, importa precisar que fueron
tiempos extremadamente difíciles, atravesados por penumbras varias. Cada una de las
personas que pudieron permanecer en el país se vio sometida a continuas tensiones
individuales y colectivas que no siempre llevaron a comportamientos inmaculados. Resulta
peligroso, una vez transcurridas varias décadas, intentar una afinación sobre
comportamientos, sobre actitudes que fueron fundamentalmente azarosas. 

El eclecticismo se irá esfumando en las últimas ediciones del Salón aproximadamente 
desde 1982 en adelante. Sobre ese hecho inciden dos aspectos determinantes; uno, la 
constitución de jurados con una mentalidad evaluadora menos retrograda, más 
predispuesta a la innovación y a la relevancia creativa; dos, artistas de considerable
prestigio van aceptando la participación en los Salones. Incluso aparecen imágenes que 
podían ser interpretadas como silenciosas metáforas de lo que pasaba en el país. Por
ejemplo, las acumulaciones de pequeñas personitas que Alfredo Testoni agrupa bajo un
ambiguo título Sociedad de Consumo B. Como los ásperamente poéticos agrupamientos
de desechos organizados por Clever Lara. O como las vigorosas y alusivas configuraciones 
robóticas de Gustavo Alamón. 

El montaje de la muestra intenta, de alguna manera, reflejar la extrema relatividad de un 
ejercicio artístico fraguado en tiempos duramente conflictivos. Por eso aparecen obras 
colgadas en las paredes y otras que solo se recuestan en las mismas. Piezas escultóricas 
que se ubican sobre pedestales y otras que simplemente descansan en el suelo. Esas 
dualidades físicas no implican criterios valorativos: las obras que están colgadas o sobre 
pedestales pueden ser estimables o discutibles. Otro tanto ocurre con las obras apoyadas 
en pedestales o que se ubican en el piso. No se trata de una diferenciación jerárquica, una 
especie de maniquea división entre lo bueno y lo malo. Esencialmente se busca configurar 
una especie de escenografía provisoria, casi precaria, un cierto ensayo inestable sobre una 
puesta en escena que quizás nunca llegue a ser absolutamente definitiva.

Algunos espectadores podrán plantearse una interrogante que es casi una paradoja. Si este
relevamiento es realmente trascendente, si aporta rasgos ajenos a las narrativas formales, 
sobre un período de la historia artística del país. Sobre si este ejercicio recordatorio, este 
gesto revisionista, transcurridas casi cuatro décadas, adquiere algún valor ponderativo. 
Para quien emprende la tarea curatorial, ejercitar la memoria, aun de manera quizás 
antojadiza e inevitablemente subjetiva, es más importante que la comodidad de la desmemoria 
de un descuido que anula posibles y fértiles sedimentaciones".

                                                              
 Alfredo Torres, Curador.

Imagen: detalle de Sociedad de consumo B, de Alfredo Testoni (1980).

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