La comedia de los Ni-Ni
El día 4 de febrero el diario El Observador publicó una nota de opinión titulada “El drama de los ni-ni”. La nota describe la situación de esta población como “uno de los mayores fracasos de la política en Uruguay”. No es novedad, ya en el año 2011 el diario el país le dedicaba un editorial poético que comenzaba de la siguiente forma: “Dentro de la masa de ignorantes que pueblan este mundo, figuran en lugar destacado los miles de adolescentes que no estudian ni trabajan. Esa legión de inservibles (que no debe ser demonizada, según aconsejan ciertos sectores ilustrados)…” Lustrados o no, algunas aclaraciones.
Según los datos disponibles en una investigación liderada por el Instituto Nacional de la Juventud (INJU/MIDES) en conjunto con el Ministerio de Trabajo en 2011, siguiendo la definición clásica de jóvenes Ni-Ni, pueden identificarse en Uruguay aproximadamente un 18% de personas entre 15 y 29 años que declaran no estar trabajando al momento de la encuesta ni se encuentran asistiendo a centros de enseñanza.
Dos detalles importantes para analizar la cifra: (i) se incluye dentro de dicho grupo a jóvenes que están realizando búsqueda laboral, y (ii) se incluye a jóvenes (principalmente mujeres) que se dedican a tareas no remuneradas dentro del hogar. Pero lo central no es nombrar estas diferencias sino entenderlas. Claramente los jóvenes que se encuentran buscando trabajo no parecen en general parte de la “masa de ignorantes que pueblan este mundo”, sus problemas son justamente de acceso al mundo el trabajo. En segundo lugar, el tratamiento de las personas que realizan tareas no remuneradas dentro del hogar también constituye un desafío central a la hora de comprender a esta población.
En el gráfico adjunto se muestra la evolución de esta población en la definición tradicional de Ni-Ni y se descompone en tres subgrupos de acuerdo a las consideraciones planteadas anteriormente: (i) no busca empleo ni realiza quehaceres del hogar, (ii) realiza quehaceres del hogar y (iii) busca empleo. Como puede observarse, se muestra una tendencia relativamente estable desde la salida de la dictadura y dividida aproximadamente en tercios por subgrupo.
Pero ahora que estoy pensando, ¿qué familia de clase media no tuvo un primo/tío/vecino/amigo que temporalmente quedó “desenganchado” del estudio y del trabajo por razones de las más diversas? Quizá entonces tampoco formen parte de la legión de inservibles aquellas situaciones temporales y quizá por eso el 60% de los Ni-Ni definidos tradicionalmente no son pobres. “Bueno, todo bien con que son un grupo heterogéneo, pero ¡Alarma! ¡La sociedad se desmorona! ¡18% de Ni-Ni!” Muy bien, de acuerdo, pero ¿son muchos o son poco? Si nos ponemos como punto de comparación la Unión Europea, según un informe de OIT esta cifra osciló en torno al 13%, si nos comparamos con en Estados Unidos esta cifra es 15% y en los países en desarrollo se encuentra en el entorno del 30%.
A ver, efectivamente existe un conjunto de jóvenes que se encuentran al margen de las instituciones de socialización básicas del bienestar: la educación y el trabajo. ¿Son 95 mil? De ninguna manera. Esa cifra esconde diferencias radicales en las situaciones consideradas, quizá debido a que es una categoría definida por lo que no es y no por lo que cada uno es efectivamente. A su vez, para cada problemática específica el gobierno ha tomado cartas en el asunto: acaba de aprobar una nueva Ley de Empleo Juvenil para aquellos jóvenes que buscan trabajo, está paulatinamente sentando las bases de un sistema de cuidados para que las mujeres jóvenes puedan estudiar y trabajar sin cuidar a sus hijos y está expandiendo a más de 40 zonas el programa Jóvenes en Red para trabajar con jóvenes que no estudian ni trabajan y se encuentran en situación de especial vulnerabilidad social.
Las buenas políticas requieren indignación ante la injusticia, buenos diagnósticos e instrumentos adecuados. ¿Imaginen que al grito se lanzara un programa para “incluir” a 95 mil jóvenes marginados que se creen que están mirando el partido desde afuera de la cancha?
Autor: Santiago Soto. Partido Socialista.
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