Este
año como sabrás, además del movimiento electoral por la
presidencia y legisladores, se plebiscita una reforma constitucional
que tiene como objetivo “bajar la edad de imputabilidad”. Y me
preocupa. Me preocupa tu reacción, tu decisión; y el futuro que la
suma de reacciones y decisiones en el resto de la ciudadanía pueda
marcar para una cantidad de niños y adolescentes en nuestro país.
Ya
hemos hablado de este tema infinidad de veces. Cada vez que
compartimos un informativo, o que surge el mismo por una anécdota de
alguien cercano o lejano, no importa. Y tus comentarios, te soy
sincero, me asustan. “Que los maten a todos”; “que los
encierren a todos estos negros de mierda y les prendan fuego a la
cárcel” (que agrega al problema una buena cuota de racismo); “ta
bien, uno menos” (ante la muerte de alguno que muere a manos de la
policía, un comerciante, o un ajuste de cuentas).
¿Cómo
convencerte? ¿Qué fundamentos plantearte cuando este tema te
provoca reacciones tan, llamémosle, irracionales? Porque tus
comentarios no surgen a partir de un sueño, no hay un proyecto de
vida en nuestra sociedad para ellos, no hay nada planificado en
función del después. Son gritos de pesadilla. Explotan como
reacción a decir verdad. A veces son explosiones controladas, como
que van tomando fuerza y se acumula en la medida que la crónica roja
de la tele avanza, con cada intercambio de palabras que tenemos, con
cada vivencia, con cada recuerdo.
Y
si, con cada recuerdo también, porque de esas hemos pasado también.
Levantar a una vecina de la calle, con las rodillas raspadas y el
brazo dolorido; mirar desconcertados el lugar por donde entraron a
nuestros hogares, porque no podes entender como hicieron y la
vivencia del lugar propio avasallado que se acumula en gargantas y
puños; mirar el arma con el que te apuntan y recién con el tiempo
empezar a darte cuenta de que estuviste frente a un objeto que pudo
acabar con tu vida, o que empezás a fabular mil escenarios de
heroísmo hollywoodesco, donde le das al hijo de puta su merecido.
Ahí las reacciones pueden ser explosiones incontrolables. Y ojo,
mira que nadie se salva de que en algún momento pueda tener esas
mismas reacciones! Un servidor incluido, y sobre todo cuando se trata
de las grandes; son las más complicadas, las del mal momento, las de
la impotencia y el no saber que hacer.
Por
eso me preocupan más las primeras, las cotidianas, las que se
acumulan día a día, y generan esa sensación de que empiezan a
armar un sentido común que deja pocas respuestas. Y además, se ve
en tus ojos, es como el encuentro con una pasión que poco a poco te
va envenenando el cuerpo. Los tipos son “irrecuperables”, “no
tienen arreglo”, “algo hay que hacer”, “no puede ser que le
saquen a uno lo que costó tanto trabajo conseguir”, y de nuevo, el
“hay que matarlos a todos”, esa frase que termina por poner punto
final a cualquier cacho de respeto por la vida del otro que nos pueda
quedar. Algo similar se ha metido en tantos otros como vos y como yo,
se ha convertido en una forma de mirar y de sentir la vida. De nada
sirve que te diga que no se puede vivir con miedo, sobre las causas
sociales que están detrás del problema del delito, o que las
estadísticas uruguayas son envidiables para otros países. Vos
querés soluciones ya. Y tenés razón, el problema existe y tenemos
que encararlo.
Una
solución puede pasar por dejar de mirar los informativos. Me estas
jodiendo me vas a decir. Dejar de mirar no es una solución, los
problemas de seguridad van a seguir estando. Ya se, no soy boludo. No
es un llamado a que dejes de mirar el problema, no es que te escondas
en una burbuja; es que empieces a buscar otras vías por donde
acceder a la información. No te voy a dar decenas de referencias de
universitarios que dicen como los medios de comunicación construyen
la realidad social, o en otras palabras, generan agenda, opinión
pública, etc, etc. O que arman su grilla informativa de acuerdo a
criterios del interés de quienes son sus dueños (si, dueños, son
empresas), y que la mayor parte de las veces ese interés pasa por
tener mayores ingresos económicos (o ganancias; si, te reitero, son
empresas). Fernando Villar (el de canal 4), se ha encargado en varias
oportunidades de decir como la crónica roja vende, y por eso tiene
mayor espacio que otras noticias. Son los mismos que te pasan la
misma imagen de una cámara de vigilancia, cuya filmación dura
segundos, pero que se transmite por horas. ¿Eso es información o
manija? ¿Es información o morbo? Entonces, ¿vas a buscar
información a lugares donde lo que te muestran surge de un interés
social, del interés común de poder trabajar en ellos, o de la pura
ganancia empresarial? Vos ves.
Miremos
entonces sobre elementos que parecen ser las causas de este problema.
Lo más obvio parece ser, la pobreza. Y si, los perfiles de los
sujetos que cometen delitos parecen indicar que la mayor parte de
ellos provienen de sectores empobrecidos. ¿Pero vos sabes que me
parece que la pobreza no es la causa? En todo caso, puede generar las
mejores condiciones para que la barra elija robar para sobrevivir. Y
si, pensalo. Nacés en una familia donde entre tus viejos no llegan a
cobrar 10 palos por mes laburando 10-12 horas por día, con suerte y
si no pertenecen al sector de desempleados estructurales; te dicen
que tenes que estudiar para ser alguien, pero esa es una vía que
parece cada vez menos dar oportunidades (¿cuanto cuesta estudiar en
este país?, sobre todo cuando las instituciones te expulsan más que
contenerte), caminas por el barrio y ves que otros con menos
esfuerzos tienen mejor calidad de vida, salís de tu barrio y ves
pitucones que disfrutan de la vida aún con menos esfuerzo. ¿cuales
son tus opciones?
Mirás
para los costados. Avisos de celulares, ropa, perfumes, autos, fama,
riqueza, todo ofrecido para vos, para que seas alguien, para que
puedas ser persona, comé, bebé, fumá, levantá minas a granel con
un desodorante ... y vos que expectativas tenés? Vos querés ser
gente, querés ser alguien, querés ser feliz. Y si hoy en día te
venden por todos lados que ser feliz es consumir y tener ropas x,
comer esto, tomar lo otro, ¿vos que vas a querer? Y si de ninguna
manera lo podes llegar a tener, porque tendrías que trabajar 72
horas diarias con lo que te pagan por lo que te dicen que sabes
hacer, por el barrio donde naciste, por como te vestis, hablas y
demás, ¿que hacés?
Pero
ojo, esto no le pasa solo a “los pobres”. Vos sabés como yo que
muchos se rompen el culo laburando todo el día para poder sostener
ese nivel de consumo que nos venden para ser felices. Y los que
tenemos ese “privilegio” ¿somos realmente felices? ¿Que ven en
nosotros nuestros gurises cuando se encuentran con nuestras formas de
vida como posible futuro para ellos?
Unos
compañeros hace unos meses escribieron una nota donde daban cuenta
de que la segunda encuesta nacional de salud adolescente revelaba que
un 17 % de los jóvenes se sintió tan triste que dejó de hacer sus
actividades diarias habituales al menos por 2 semanas; un 12% ha
pensado seriamente quitarse la vida y un 10% intentó efectivamente
quitársela. Estos porcentajes aumentan a 25, 17 y 15% en los
adolescentes de 16 y más años. Son más adolescentes los que se
inclinan por el suicidio como decisión, que los que salen a
delinquir. ¿No será que parte de las soluciones pasan por generar
condiciones para que estos niños y adolescentes puedan engancharse,
enamorarse y elegir otra cosa que no sea el suicidio o el delito?
Otro
dato. Alrededor del 90% de los que comenten delitos son varones. ¿No
te dice nada eso? Algún genetista capaz que te lo explica porque la
conducta delictiva se lleva en el cromosoma Y. Pero para mi que tiene
algo que ver en relación a lo que se espera del varón y el sistema
patriarcado en el que vivimos; esa sociedad que fomenta al macho, a
ese hombre de pelo en pecho, el proveedor de la familia, el que tiene
que demostrar que es más fuerte que el resto, el que todo lo puede.
¿Suena conocido, no? Y bueno, capaz que otra forma de empezar a
solucionar esto es romper con ese modelo de varón que se plantea
como ideal social. Algún matoncito quedará, pero serían obviamente
muchos menos.
Disculpá.
¿Qué en todo lo anterior no te dije nada acerca del tema de bajar
la edad de imputabilidad? Ah, es verdad. Pero es que te estaba
planteando posibles soluciones, y bajar la edad para el ingreso de
menores a cárceles para adultos no soluciona nada (porque de eso se
trata principalmente el proyecto de ley). Primero porque desde los 13
años, los gurises ya ingresan a cárceles cuando cometen delitos.
Ahí hacen sus primeras armas, especializan sus redes, conocen el
quién es quién de su generación. Tenés que ver sus celdas, nada
que envidiarles a las de adultos. Es como en el fútbol. La tercera
es muy parecida a la primera división. A partir de los 18 ya pasan
si, a las grandes ligas, luchan por ubicarse en los mejores puestos
en ese “juego”, sobre todo cuando pasan a concentrarse si tienen
la mala suerte de caer. La cárcel produce delincuentes, clarito. La
cárcel y todo el sistema que se especializa en su búsqueda y
represión. Meter a un gurí de 16 en una cárcel de adultos, implica
básicamente adelantar dos años el ingreso a un proceso más difícil
de dar marcha atrás. ¿Por qué dirás vos? Si te estoy diciendo
que desde los 13 entran en cárceles, ¿que les cambia una u otra?
Porque por lo menos, en el sistema de represión de delitos por parte
de menores, conviven en plena contradicción y disputa, educadores
con carceleros. Si, educadores sociales, compañeros con mucha
intención de marcar una diferencia con esos gurises, que apuntan a
tener otros vínculos con ellos, que generalmente terminan hechos
pelota por la dinámica del sistema, pero que a veces pueden meter
pequeñas cuñas para el cambio. Y eso, aunque parezca mentira, en
este tema es un pequeño “changüí”, una pequeñisima
oportunidad te diría, de que pasen otras cosas con alguno de estos
gurises. Pero que existe.
¿Sabías
que el porcentaje de delitos vinculados a menores anda en mas menos
10%? Varía con los años, fue 10 en el 2000, supo estar casi en 12
en el 2005, y en el 2010 bajo a casi 8. Esos datos los saqué de un
informe de un observatorio del Sistema Judicial que en su página 29
además, dice que, “los adolescentes capturados son un grupo en
muchos casos objeto de reiteradas intervenciones previas,
especialmente de las autoridades policiales. Los datos analizados
ponen en evidencia la selectividad estructural de un sistema que
distribuye en forma diferencial las intervenciones. Asimismo, las
detenciones previas y el desconocimiento de varias de las garantías
previstas en la normativa vigente suelen caracterizar las actuaciones
previas al inicio de los procesos judiciales. Hay cosas que deberían
suceder y no suceden detenciones en las hipótesis reguladas en la
Constitución, notificación a padres y responsables, entre otras y
hay cosas que no deberían suceder y continúan sucediendo, como es
el caso de los informes sobre anotaciones policiales o la existencia
de prueba diligenciada en sede policial sin las debidas garantías.”
Ta,
perdoná el mazaso, pero
algún otro dato te tenía
que dar. El informe completo
lo podes bajar de la internet.1
Tomate un rato para leerlo porque
vale la pena. Pero ¿porque
te metí justo esa
frase de abogados uruguayos?
Porque básicamente lo que están diciendo es que muchos de los niños
y adolescentes que delinquen son un grupo de elegidos por la policía
para hostigar. ¿Pero no se supone que la policía está para
protegernos? Ja. No solo no nos protege, sino que además es el
principal responsable del hostigamiento de muchos niños que luego
siguen el camino del delito como opción. ¿No será entonces que las
soluciones pasan por cambios profundos vinculados a la policía, y no
necesariamente en los “menores infractores”? Porque
de esta forma, parece que creamos monstruos para combatir otros
monstruos, y que como se necesitan mutuamente se recrean entre si.
Una rosca de nunca acabar. Y lo peor, volviendo
al principio, nos transforma en monstruos a nosotros mismos cuando
acabar la vida de otro se vuelve un anhelo.
Tenemos
que ver como cambiamos este sistema que claramente no funciona. No
podemos seguir dejándonos llevar por la bronca y la manija de unos
pocos (o la tuya propia), con acciones que no llevan a cambio reales
en los problemas, o por el contrario, lo profundizan. Tenemos que
enamorarnos de la posibilidad de vivir de otro modo, de relacionarnos
de otras formas con los que nos rodean, con nuestro medio ambiente, y
por supuesto que también, con nosotros mismos. Tenemos que superar
el egoísmo, el desgano, y el derrotismo. Otro mundo es posible.
Pero
mientras, como lo más urgente, no votes el plebiscito.
Nos
estamos encontrando, un fuerte y afectuoso abrazo.
Gabriel Picos
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