viernes, 21 de febrero de 2014

EnReDA tu columna: Carta NO A LA BAJA

Este año como sabrás, además del movimiento electoral por la presidencia y legisladores, se plebiscita una reforma constitucional que tiene como objetivo “bajar la edad de imputabilidad”. Y me preocupa. Me preocupa tu reacción, tu decisión; y el futuro que la suma de reacciones y decisiones en el resto de la ciudadanía pueda marcar para una cantidad de niños y adolescentes en nuestro país.
Ya hemos hablado de este tema infinidad de veces. Cada vez que compartimos un informativo, o que surge el mismo por una anécdota de alguien cercano o lejano, no importa. Y tus comentarios, te soy sincero, me asustan. “Que los maten a todos”; “que los encierren a todos estos negros de mierda y les prendan fuego a la cárcel” (que agrega al problema una buena cuota de racismo); “ta bien, uno menos” (ante la muerte de alguno que muere a manos de la policía, un comerciante, o un ajuste de cuentas).
¿Cómo convencerte? ¿Qué fundamentos plantearte cuando este tema te provoca reacciones tan, llamémosle, irracionales? Porque tus comentarios no surgen a partir de un sueño, no hay un proyecto de vida en nuestra sociedad para ellos, no hay nada planificado en función del después. Son gritos de pesadilla. Explotan como reacción a decir verdad. A veces son explosiones controladas, como que van tomando fuerza y se acumula en la medida que la crónica roja de la tele avanza, con cada intercambio de palabras que tenemos, con cada vivencia, con cada recuerdo.
Y si, con cada recuerdo también, porque de esas hemos pasado también. Levantar a una vecina de la calle, con las rodillas raspadas y el brazo dolorido; mirar desconcertados el lugar por donde entraron a nuestros hogares, porque no podes entender como hicieron y la vivencia del lugar propio avasallado que se acumula en gargantas y puños; mirar el arma con el que te apuntan y recién con el tiempo empezar a darte cuenta de que estuviste frente a un objeto que pudo acabar con tu vida, o que empezás a fabular mil escenarios de heroísmo hollywoodesco, donde le das al hijo de puta su merecido. Ahí las reacciones pueden ser explosiones incontrolables. Y ojo, mira que nadie se salva de que en algún momento pueda tener esas mismas reacciones! Un servidor incluido, y sobre todo cuando se trata de las grandes; son las más complicadas, las del mal momento, las de la impotencia y el no saber que hacer.
Por eso me preocupan más las primeras, las cotidianas, las que se acumulan día a día, y generan esa sensación de que empiezan a armar un sentido común que deja pocas respuestas. Y además, se ve en tus ojos, es como el encuentro con una pasión que poco a poco te va envenenando el cuerpo. Los tipos son “irrecuperables”, “no tienen arreglo”, “algo hay que hacer”, “no puede ser que le saquen a uno lo que costó tanto trabajo conseguir”, y de nuevo, el “hay que matarlos a todos”, esa frase que termina por poner punto final a cualquier cacho de respeto por la vida del otro que nos pueda quedar. Algo similar se ha metido en tantos otros como vos y como yo, se ha convertido en una forma de mirar y de sentir la vida. De nada sirve que te diga que no se puede vivir con miedo, sobre las causas sociales que están detrás del problema del delito, o que las estadísticas uruguayas son envidiables para otros países. Vos querés soluciones ya. Y tenés razón, el problema existe y tenemos que encararlo.
Una solución puede pasar por dejar de mirar los informativos. Me estas jodiendo me vas a decir. Dejar de mirar no es una solución, los problemas de seguridad van a seguir estando. Ya se, no soy boludo. No es un llamado a que dejes de mirar el problema, no es que te escondas en una burbuja; es que empieces a buscar otras vías por donde acceder a la información. No te voy a dar decenas de referencias de universitarios que dicen como los medios de comunicación construyen la realidad social, o en otras palabras, generan agenda, opinión pública, etc, etc. O que arman su grilla informativa de acuerdo a criterios del interés de quienes son sus dueños (si, dueños, son empresas), y que la mayor parte de las veces ese interés pasa por tener mayores ingresos económicos (o ganancias; si, te reitero, son empresas). Fernando Villar (el de canal 4), se ha encargado en varias oportunidades de decir como la crónica roja vende, y por eso tiene mayor espacio que otras noticias. Son los mismos que te pasan la misma imagen de una cámara de vigilancia, cuya filmación dura segundos, pero que se transmite por horas. ¿Eso es información o manija? ¿Es información o morbo? Entonces, ¿vas a buscar información a lugares donde lo que te muestran surge de un interés social, del interés común de poder trabajar en ellos, o de la pura ganancia empresarial? Vos ves.
Miremos entonces sobre elementos que parecen ser las causas de este problema. Lo más obvio parece ser, la pobreza. Y si, los perfiles de los sujetos que cometen delitos parecen indicar que la mayor parte de ellos provienen de sectores empobrecidos. ¿Pero vos sabes que me parece que la pobreza no es la causa? En todo caso, puede generar las mejores condiciones para que la barra elija robar para sobrevivir. Y si, pensalo. Nacés en una familia donde entre tus viejos no llegan a cobrar 10 palos por mes laburando 10-12 horas por día, con suerte y si no pertenecen al sector de desempleados estructurales; te dicen que tenes que estudiar para ser alguien, pero esa es una vía que parece cada vez menos dar oportunidades (¿cuanto cuesta estudiar en este país?, sobre todo cuando las instituciones te expulsan más que contenerte), caminas por el barrio y ves que otros con menos esfuerzos tienen mejor calidad de vida, salís de tu barrio y ves pitucones que disfrutan de la vida aún con menos esfuerzo. ¿cuales son tus opciones?
Mirás para los costados. Avisos de celulares, ropa, perfumes, autos, fama, riqueza, todo ofrecido para vos, para que seas alguien, para que puedas ser persona, comé, bebé, fumá, levantá minas a granel con un desodorante ... y vos que expectativas tenés? Vos querés ser gente, querés ser alguien, querés ser feliz. Y si hoy en día te venden por todos lados que ser feliz es consumir y tener ropas x, comer esto, tomar lo otro, ¿vos que vas a querer? Y si de ninguna manera lo podes llegar a tener, porque tendrías que trabajar 72 horas diarias con lo que te pagan por lo que te dicen que sabes hacer, por el barrio donde naciste, por como te vestis, hablas y demás, ¿que hacés?
Pero ojo, esto no le pasa solo a “los pobres”. Vos sabés como yo que muchos se rompen el culo laburando todo el día para poder sostener ese nivel de consumo que nos venden para ser felices. Y los que tenemos ese “privilegio” ¿somos realmente felices? ¿Que ven en nosotros nuestros gurises cuando se encuentran con nuestras formas de vida como posible futuro para ellos?
Unos compañeros hace unos meses escribieron una nota donde daban cuenta de que la segunda encuesta nacional de salud adolescente revelaba que un 17 % de los jóvenes se sintió tan triste que dejó de hacer sus actividades diarias habituales al menos por 2 semanas; un 12% ha pensado seriamente quitarse la vida y un 10% intentó efectivamente quitársela. Estos porcentajes aumentan a 25, 17 y 15% en los adolescentes de 16 y más años. Son más adolescentes los que se inclinan por el suicidio como decisión, que los que salen a delinquir. ¿No será que parte de las soluciones pasan por generar condiciones para que estos niños y adolescentes puedan engancharse, enamorarse y elegir otra cosa que no sea el suicidio o el delito?
Otro dato. Alrededor del 90% de los que comenten delitos son varones. ¿No te dice nada eso? Algún genetista capaz que te lo explica porque la conducta delictiva se lleva en el cromosoma Y. Pero para mi que tiene algo que ver en relación a lo que se espera del varón y el sistema patriarcado en el que vivimos; esa sociedad que fomenta al macho, a ese hombre de pelo en pecho, el proveedor de la familia, el que tiene que demostrar que es más fuerte que el resto, el que todo lo puede. ¿Suena conocido, no? Y bueno, capaz que otra forma de empezar a solucionar esto es romper con ese modelo de varón que se plantea como ideal social. Algún matoncito quedará, pero serían obviamente muchos menos.
Disculpá. ¿Qué en todo lo anterior no te dije nada acerca del tema de bajar la edad de imputabilidad? Ah, es verdad. Pero es que te estaba planteando posibles soluciones, y bajar la edad para el ingreso de menores a cárceles para adultos no soluciona nada (porque de eso se trata principalmente el proyecto de ley). Primero porque desde los 13 años, los gurises ya ingresan a cárceles cuando cometen delitos. Ahí hacen sus primeras armas, especializan sus redes, conocen el quién es quién de su generación. Tenés que ver sus celdas, nada que envidiarles a las de adultos. Es como en el fútbol. La tercera es muy parecida a la primera división. A partir de los 18 ya pasan si, a las grandes ligas, luchan por ubicarse en los mejores puestos en ese “juego”, sobre todo cuando pasan a concentrarse si tienen la mala suerte de caer. La cárcel produce delincuentes, clarito. La cárcel y todo el sistema que se especializa en su búsqueda y represión. Meter a un gurí de 16 en una cárcel de adultos, implica básicamente adelantar dos años el ingreso a un proceso más difícil de dar marcha atrás. ¿Por qué dirás vos? Si te estoy diciendo que desde los 13 entran en cárceles, ¿que les cambia una u otra? Porque por lo menos, en el sistema de represión de delitos por parte de menores, conviven en plena contradicción y disputa, educadores con carceleros. Si, educadores sociales, compañeros con mucha intención de marcar una diferencia con esos gurises, que apuntan a tener otros vínculos con ellos, que generalmente terminan hechos pelota por la dinámica del sistema, pero que a veces pueden meter pequeñas cuñas para el cambio. Y eso, aunque parezca mentira, en este tema es un pequeño “changüí”, una pequeñisima oportunidad te diría, de que pasen otras cosas con alguno de estos gurises. Pero que existe.
¿Sabías que el porcentaje de delitos vinculados a menores anda en mas menos 10%? Varía con los años, fue 10 en el 2000, supo estar casi en 12 en el 2005, y en el 2010 bajo a casi 8. Esos datos los saqué de un informe de un observatorio del Sistema Judicial que en su página 29 además, dice que, “los adolescentes capturados son un grupo en muchos casos objeto de reiteradas intervenciones previas, especialmente de las autoridades policiales. Los datos analizados ponen en evidencia la selectividad estructural de un sistema que distribuye en forma diferencial las intervenciones. Asimismo, las detenciones previas y el desconocimiento de varias de las garantías previstas en la normativa vigente suelen caracterizar las actuaciones previas al inicio de los procesos judiciales. Hay cosas que deberían suceder y no suceden detenciones en las hipótesis reguladas en la Constitución, notificación a padres y responsables, entre otras y hay cosas que no deberían suceder y continúan sucediendo, como es el caso de los informes sobre anotaciones policiales o la existencia de prueba diligenciada en sede policial sin las debidas garantías.”
Ta, perdoná el mazaso, pero algún otro dato te tenía que dar. El informe completo lo podes bajar de la internet.1 Tomate un rato para leerlo porque vale la pena. Pero ¿porque te metí justo esa frase de abogados uruguayos? Porque básicamente lo que están diciendo es que muchos de los niños y adolescentes que delinquen son un grupo de elegidos por la policía para hostigar. ¿Pero no se supone que la policía está para protegernos? Ja. No solo no nos protege, sino que además es el principal responsable del hostigamiento de muchos niños que luego siguen el camino del delito como opción. ¿No será entonces que las soluciones pasan por cambios profundos vinculados a la policía, y no necesariamente en los “menores infractores”? Porque de esta forma, parece que creamos monstruos para combatir otros monstruos, y que como se necesitan mutuamente se recrean entre si. Una rosca de nunca acabar. Y lo peor, volviendo al principio, nos transforma en monstruos a nosotros mismos cuando acabar la vida de otro se vuelve un anhelo.
Tenemos que ver como cambiamos este sistema que claramente no funciona. No podemos seguir dejándonos llevar por la bronca y la manija de unos pocos (o la tuya propia), con acciones que no llevan a cambio reales en los problemas, o por el contrario, lo profundizan. Tenemos que enamorarnos de la posibilidad de vivir de otro modo, de relacionarnos de otras formas con los que nos rodean, con nuestro medio ambiente, y por supuesto que también, con nosotros mismos. Tenemos que superar el egoísmo, el desgano, y el derrotismo. Otro mundo es posible.
Pero mientras, como lo más urgente, no votes el plebiscito.
Nos estamos encontrando, un fuerte y afectuoso abrazo.
Gabriel Picos

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